La puesta en escena acumula objetos de manera obsesiva. La murga queda atrás como parte de la escenografía persistente que presiona y vigila indolente. Pareciera que la abundancia de íconos sirviera para la potenciación de la enunciación. El caótico intercambio de diálogos, el inicio impertinente del grito desaforado, la risa infame y el canto asíncrono emergen, salen y vuelven como un boomgerang autorreferente que golpea y lastima. La falsa improvisación genera, al verla, una impaciencia, una inquietud porque hay algo que llama la atención. Lo veo sobre la mesa: la picada, el queso en perfectos cubos, las aceitunas generando un contraste de fuertes colores, el salamín astutamente feteado, todo sobre impecables tablas de madera que se acaban de estrenar. Sí señor, la picada, la representación perfecta del domingo al mediodía, es el centro de la puesta en escena. Está todo ahí, como lo que filmaba Rosellini.¿Para qué modificarlo? Entre lo teatral y lo real: una hermosa obra de arte.
Para la edición de este sábado están en pantalla los ministros de Economía, Transporte y Relaciones Exteriores. Sí, Relaciones Exteriores. Lo que hay que mostrar: el mate, el asado, la murga, la gente linda del Uruguay. Las tradiciones deben tener un canal de comunicación eficiente y potente y aquí encontraron todo lo que querían. Basta de Uruguay Natural, esto es mucho más eficiente. Y sí, todo el mundo tiene... el país que se merece.
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