Ahora bien. Otros demuestran su efímero amor a la ciudad donde cantan (que dura lo mismo que el tiempo en que se arranca el cheque de su caché) mostrando sus dotes de compositor, poeta o trovador (o todas las cosas juntas y bien mezcladas). Sabina es un ejemplo. Lo curioso es que cada año nos regala una oda a Montevideo, a sus poetas oficiales, a sus cantores demodé o a bellezas irreconocibles (para nosotros). Basta ya. La próxima, Sabina, buscá cambiar. Probá cantar con una remera de Marenales con peluca, por lo menos.
Gira 2010
Gira 2011
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